LA ESTRELLA ES EL VINO, NO EL SOMMELIER

13 de agosto 2023

Una de las responsabilidades de la figura del Sommelier es comunicar el vino. Me referiré a el Sommelier de manera inclusiva, entiéndase él o ella.

Entre iguales los tecnicismos se pueden tolerar, pero no cuando de comensales se trata.

El cliente quiere una experiencia, lo menos invasiva posible. Cuando el Sommelier se olvida de esto y sale a relucir casi de manera consciente, su ego, todo cambia.

La gastronomía y el vino están llenos de glamour “per se”, y de complejidades también. Hay que darle su espacio al comensal.

El Sommelier debe facilitar absolutamente todo. Eso significa, hacer más atractivo el servicio del vino desde lo práctico, sencillo y elegante.

Menos, es más. En el tanto y el cuanto, las intervenciones sean casi imperceptibles, todo marcha bien.

Cuando el Sommelier se olvida de esta máxima, convierte el espacio en algo incómodo si se puede concebir así. No se trata de lanzar en unos segundos al comensal todo lo que en años ha aprendido, solo para impresionar. El resultado podría ser abrumador. Además, habría olvidado lo más importante; al mismo vino.

En la bodega productora, en la tienda de vinos, en el restaurante, en el hotel, etcétera, donde preste sus servicios el Sommelier, lo ideal sería mantener un perfil bajo, listo para cuando sea requerida su presencia, eso es sutil. De buen gusto.

Si a el Sommelier le corresponde hablar, lo aconsejable es escoger las palabras, pocas y concretas para presentar el vino o para atender una consulta.

Si su trabajo está en una tienda de vinos, una cordial bienvenida, una sonrisa, una frase corta como “estoy a sus órdenes”, bastan. Quedará simplemente observar y esperar que sea solicitada su intervención. O tal vez, no.

Ciertamente el Sommelier debe estar al día de todo lo que sucede en el mundo del vino y lo que a este rodea, es parte de su trabajo y estas son herramientas para gestionarlo. Es sabio escoger el momento para utilizar toda esa vasta información.

El cliente por lo general solo quiere disfrutar del momento. Sea ingresar en una tienda, ver cada botella, tomar unas fotos, caminar por los pasillos en silencio y calma para encontrar lo que anda buscando, o simplemente esperando el momento justo para levantar la mano y solicitar ayuda.

El espacio ideal para que el Sommelier comparta todo su conocimiento, son aquellos dispuestos para la educación del vino, no en el restaurante cuando el comensal lo que quiere es distraerse, conversar y disfrutar del momento. Si se topa con suerte, el comensal solicitará la carta de vinos y posiblemente una que otra recomendación puntual.

Entiendo el sentimiento de querer compartir todo el conocimiento, pero hay que hacerlo en los espacios pensados para ello.

Otra manera de compartirlo es crear material, escribir artículos, dar talleres de capacitación o cursos a enófilos entusiastas. Hoy día la tecnología nos permite muchas posibilidades.

En otro momento, me referiré a los tres pecados capitales del Sommelier. El maridaje y los conocimientos prácticos de las gastronomías del mundo, segundo, los mal llamados “enemigos del vino” y tercero, corregir o adoctrinar a un cliente.

Para finalizar, diremos que el Sommelier es un importante actor de reparto en la experiencia que tiene el comensal con el vino.

¡Hasta la próxima!

 

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